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Historia
- Deterioro económico
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Hacia
1955 , producto de un desarrollo económico
inarmónico y altamente dependiente,
basado en el beneficio de un reducido
grupo social que detentaba los resortes
de la producción (básicamente
ganadería extensiva y latifundista),
la distribución (el complejo
frigorífico) y una escasa y poco
especializada industria que se basaba
en la explotación de amplios
sectores de obreros y asalariados, se
inició una crisis económica
que afectó también a las
instituciones públicas. La depreciación
de la moneda nacional, la dependencia
de los precios internacionales, el pobre
desarrollo del mercado interno, el clientelismo
político y el peso de una burocracia
político-estatal entremezclada
y comprometida con los grupos dominantes,
terminó con la "Suiza de
América" que fué
producto de una situación circunstancial
en la que el país sobrevivió
sobre el ingreso de divisas provenientes
de la exportación de comestibles
durante el período de la segunda
guerra y los años sub-siguientes. |
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Ya establecida esa crisis del modelo dependiente
y débilmente desarrollado, durante
la década de 1960 hubo un proceso de
gran deterioro económico y por lo tanto
social con un notable aumento de la conflictividad
y de la búsqueda de alternativas por
parte del movimiento social, que también
incluyó la lucha armada, propuesta
determinada por uno de los movimientos generados
durante el período. Esta estuvo protagonizada
por la guerrilla urbana que llevaron adelante
grupos de extrema izquierda, entre los cuales
destacan los Tupamaros, y fuerzas de extrema
derecha, como el Escuadrón de la muerte[cita
requerida] y la Juventud Uruguaya de Pie (JUP).
Las
Fuerzas Armadas, alentadas por el discurso
y la acción propagandística
y aún legislativa de algunos sectores
de los partidos tradicionales, que profundizaron
el enfrentamiento del modelo conservador
contra las propuestas populares y ya desarrollada
la primera unidad del movimiento popular
(CNT - Convención Nacional del Trabajadores)
y de la izquierda política (Frente
Amplio) promovidas por la propuesta de los
más tradicionales partidos de la
izquierda y algunos sectores progresistas
de los partidos tradicionales fueron asumiendo
gradualmente un nuevo protagonismo. Como
única respuesta ante el clamor popular,
la crisis social, económica y política
que vivía el país, y el vaciamiento
autopromovido de la institucionalidad, se
dió un Golpe de Estado cívico-militar,
encabezado por el Presidente de la República,
Juan María Bordaberry.
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